Había una
vez… ¡No!, ese no es un inicio adecuado.
Hace mucho
tiempo… ¡Tampoco!: suena demasiado complicado.
Érase una
vez… ¡Podría ser!, pero sigue sin parecer auténtico.
¡Vaya!, no
imaginé que fuera tan complicado dar inicio a otro cuento de fantasías como los
que a todos nos han contado alguna vez en la vida. Es realmente gracioso el
hecho de pensar en lo sencillo que es escuchar la voz de un cuenta cuentos ó
quizás la voz de la agradable señorita que cuenta cuentos en la biblioteca
todos los días en punto de las seis de la tarde; con una dulce voz y un estilo
con el que no resulta complicado cerrar los ojos y dejar que la mente viaje de
la mano de bonitos pensamientos que le dan forma a las historias que están
escritas en los libros.
Me parece
que lo correcto es contar la historia desde el inicio, tal y como mis recuerdos
desean describirlo:
Todo
comenzó aquel día, cuando el mago Merlot se encontraba caminando sobre las
maravillosas tierras del “mundo ideal”, cuyas arenas cambiaban de color
constantemente y todas las plantas y los árboles producían frutos exquisitos,
podía apreciarse la sonrisa de las flores que con un suave canto anunciaban el
amanecer, y quizás una de las cosas más hermosas de este mundo resultaba ser
que la luz provenía de 2 soles, uno rojo y el otro blanco que viajaban juntos
hacia el horizonte como 2 aves ó como 2 estrellas siempre de la mano. Por lo
tanto: Se podían apreciar 2 amaneceres al mismo tiempo y 2 anocheceres a la vez
el mismo día.
En este
mundo existía una cantidad casi infinita de cosas maravillosas las cuales
describir, y puede ser que un solo libro no sea suficiente para describirlo
todo; pero poco a poco iremos conociendo más detalles sobre este “mundo ideal”,
una tierra donde realmente nada es imposible.
El mago
Merlot todavía no podía explicarse el motivo por el cual ninguna persona había
podido llegar hasta ese lugar maravilloso, pero a pesar de esto, él era un joven
muy alegre y uno de sus amigos más queridos era un elfo que habitaba en un
bosque encantado; su nombre era Luar, quien con una vihuela mágica podía
controlar a todas las criaturas vivientes que escucharan su sonido, a excepción
del mago Merlot, que aunque le gustaba mucho la música que él tocaba, los
efectos de este encantamiento jamás hacían efecto sobre él.
Merlot
sentía mucha curiosidad por aprender a tocar el instrumento que Luar tocaba
para realizar sus hechizos y sus encantamientos, razón por la que desde la
primera vez que lo escuchó interpretar sus dulces melodías le pidió que le
enseñara a tocar de igual manera que él lo hacía; pero Merlot jamás pudo
aprender, pues este instrumento era realmente complicado de manejar, entonces
Merlot exclamó:
-
Por más que lo intento: tocar la
vihuela parece imposible, ¡esto en verdad me hace enojar!
Y Luar le
contestó:
-
¡Tranquilo Mago Merlot! Tengo más
instrumentos con los cuales poder hacer música guardados en mi baúl mágico y
puedes utilizar el que más te guste.
Merlot
echó un vistazo dentro del baúl, y efectivamente pudo apreciar una gran
cantidad de instrumentos, entre ellos violines, arpas, clavicordios, armónicas,
etc… Pero ninguno de estos instrumentos parecía agradarle al joven aprendiz de
magia, y casi a punto de rendirse y sin esperanzas de encontrar un instrumento
con el cual poder interpretar música, notó que hasta el fondo del baúl se
encontraba una pequeña cajita de madera que tenía una leyenda que decía: “Solo
para aquellos que viven con Fe y con Esperanza”. Así que sin dudarlo por un
segundo, Merlot abrió la cajita para ver qué contenía, y grande fue su sorpresa
cuando descubrió que nada más y nada menos dentro de ella había una flauta de
color blanco.
El Mago un
poco desilusionado pensó que no serviría de nada haber encontrado este
instrumento porque no había nada de extraño en ella, pero casi por accidente,
un pequeño pergamino salió de la flauta y Merlot lo abrió para leerlo.
En esta
ocasión y mucho más sorprendido que al principio interpretó en voz alta esto
que más que un juego de palabras, parecía ser un encantamiento:
“Canciones
y Notas; Arreglos y Estrofas.
Flauta de
Dulce, Flauta de Pan.
Deseo por
siempre tocar Dulces Melodías,
¡Con
sonidos que a todos Cautivan, Fascinan y Encantan!”
Hasta el
mismo elfo Luar quedó atónito al ver como la flauta que sostenía el Mago Merlot
parecía cobrar y tener vida propia; al mismo tiempo que las manos del joven
hechicero y la flauta se iluminaban con colores violeta, naranja y azul, era
fantástica la manera en que toda la habitación se llenaba con grandes y
pequeños destellos de magia.
Pasaron
unos segundos e incluso el Mago Merlot no podía recuperarse de la gran
impresión que esto le había provocado, cuando el elfo Luar le exclamó:
-Bueno, pequeño aprendiz… ¿¡Qué esperas para
intentar tocar la flauta!?
Merlot
llevó hacia sus labios el pequeño instrumento e intentó producir algún sonido.
Con un
suspiro y una mente llena de ideas para hacer algo de música, Merlot sopló en
la boca de la flauta y comenzó: Uno tras otro y tras otro sonido salieron como
arte de magia. ¡Su sonido era dulce y sorprendente al mismo tiempo!
El sonido
se apreciaba desde la pequeña choza del elfo Luar hasta los confines más
alejados de este Bosque encantado. Era tan hermoso que todas las criaturas
fantásticas que habitaban en el bosque comenzaron a bailar de la emoción y a
olvidarse poco a poco de sus tristezas.
Fue en ese
momento cuando un Ángel apareció frente a Merlot y Luar. Entonces Merlot poco a
poco fue deteniendo el sonido que junto con su flauta producía; pues el Ángel
era realmente sorprendente: Un destello blanco salía de entre sus vestimentas
azules y su piel era blanca y un poco morena, pero parecía de porcelana, y
dentro de sus ojos podía verse la ilusión: 100 arcoíris uno tras de otro detrás
de un paisaje sin igual. ¡Era hermoso ese Ángel!
Merlot no
podía desprender su mirada de ese Ángel. Estaba hipnotizado por su belleza.
Cuando de pronto el Ángel exclamó:
-
¡Soy el Ángel de la Luz! Supe que el
sonido provenía de este lugar y vine a investigar…
Y
prosiguió:
-
No pensé que alguien pudiera tocar de
esa manera…
Acto
seguido el Ángel se inclinó y le dio un beso en la mejilla al Mago Merlot,
quien no podía siquiera decir palabra alguna. Él sabía que el Ángel era perfecto,
que el Ángel era único, y después de unos momentos en los que permanecían
mirándose: El Ángel le devolvió una última dulce mirada de cariño y de
despedida, que junto con un guiño, fue alejándose lentamente, y todo fue
oscureciéndose poco a poco.
De pronto
se escuchó una voz detrás de él que decía:
-
¡Miguel! ¡Miguel! ¡Despiértate!
Se trataba
nuevamente de José, quien continuaba exclamando:
-
¡Anda Miguel! ¡Caramba! Eres un
dormilón, la clase de Termodinámica está a punto de empezar. Tienes suerte de
que haya pasado por aquí y haberte encontrado, que si no, tú te quedas en el
quinto sueño.
Entonces
Miguel semidormido aún le respondió:
-
Ohhh, claro, José. ¡Gracias! Te debo
una…
Y José dijo:
-
Bueno. Yo ya cumplí con despertarte,
así que me adelantaré al salón. ¡No te duermas otra vez!
Y José se
alejó dejando a Miguel para que pudiera despertarse con calma; se encontraba
tan cansado que en un día tan agradable como ese y al salir un poco temprano de
la clase anterior, decidió tomar una siesta antes de tomar la última clase, que
como José había exclamado anterior mente, se trataba de Termodinámica. Entonces
Miguel al observar su reloj dijo:
-
Vaya, ¡Estoy a tiempo de llegar a la
clase!, es una suerte que el muchacho me haya despertado.
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