miércoles, 30 de mayo de 2012

CAPÍTULO 3. Un Sueño, Un Dulce Digital.


Había una vez… ¡No!, ese no es un inicio adecuado.

Hace mucho tiempo… ¡Tampoco!: suena demasiado complicado.

Érase una vez… ¡Podría ser!, pero sigue sin parecer auténtico.

¡Vaya!, no imaginé que fuera tan complicado dar inicio a otro cuento de fantasías como los que a todos nos han contado alguna vez en la vida. Es realmente gracioso el hecho de pensar en lo sencillo que es escuchar la voz de un cuenta cuentos ó quizás la voz de la agradable señorita que cuenta cuentos en la biblioteca todos los días en punto de las seis de la tarde; con una dulce voz y un estilo con el que no resulta complicado cerrar los ojos y dejar que la mente viaje de la mano de bonitos pensamientos que le dan forma a las historias que están escritas en los libros.

Me parece que lo correcto es contar la historia desde el inicio, tal y como mis recuerdos desean describirlo:

Todo comenzó aquel día, cuando el mago Merlot se encontraba caminando sobre las maravillosas tierras del “mundo ideal”, cuyas arenas cambiaban de color constantemente y todas las plantas y los árboles producían frutos exquisitos, podía apreciarse la sonrisa de las flores que con un suave canto anunciaban el amanecer, y quizás una de las cosas más hermosas de este mundo resultaba ser que la luz provenía de 2 soles, uno rojo y el otro blanco que viajaban juntos hacia el horizonte como 2 aves ó como 2 estrellas siempre de la mano. Por lo tanto: Se podían apreciar 2 amaneceres al mismo tiempo y 2 anocheceres a la vez el mismo día.

En este mundo existía una cantidad casi infinita de cosas maravillosas las cuales describir, y puede ser que un solo libro no sea suficiente para describirlo todo; pero poco a poco iremos conociendo más detalles sobre este “mundo ideal”, una tierra donde realmente nada es imposible.

El mago Merlot todavía no podía explicarse el motivo por el cual ninguna persona había podido llegar hasta ese lugar maravilloso, pero a pesar de esto, él era un joven muy alegre y uno de sus amigos más queridos era un elfo que habitaba en un bosque encantado; su nombre era Luar, quien con una vihuela mágica podía controlar a todas las criaturas vivientes que escucharan su sonido, a excepción del mago Merlot, que aunque le gustaba mucho la música que él tocaba, los efectos de este encantamiento jamás hacían efecto sobre él.

Merlot sentía mucha curiosidad por aprender a tocar el instrumento que Luar tocaba para realizar sus hechizos y sus encantamientos, razón por la que desde la primera vez que lo escuchó interpretar sus dulces melodías le pidió que le enseñara a tocar de igual manera que él lo hacía; pero Merlot jamás pudo aprender, pues este instrumento era realmente complicado de manejar, entonces Merlot exclamó:

-          Por más que lo intento: tocar la vihuela parece imposible, ¡esto en verdad me hace enojar!

Y Luar le contestó:

-          ¡Tranquilo Mago Merlot! Tengo más instrumentos con los cuales poder hacer música guardados en mi baúl mágico y puedes utilizar el que más te guste.

Merlot echó un vistazo dentro del baúl, y efectivamente pudo apreciar una gran cantidad de instrumentos, entre ellos violines, arpas, clavicordios, armónicas, etc… Pero ninguno de estos instrumentos parecía agradarle al joven aprendiz de magia, y casi a punto de rendirse y sin esperanzas de encontrar un instrumento con el cual poder interpretar música, notó que hasta el fondo del baúl se encontraba una pequeña cajita de madera que tenía una leyenda que decía: “Solo para aquellos que viven con Fe y con Esperanza”. Así que sin dudarlo por un segundo, Merlot abrió la cajita para ver qué contenía, y grande fue su sorpresa cuando descubrió que nada más y nada menos dentro de ella había una flauta de color blanco.

El Mago un poco desilusionado pensó que no serviría de nada haber encontrado este instrumento porque no había nada de extraño en ella, pero casi por accidente, un pequeño pergamino salió de la flauta y Merlot lo abrió para leerlo.

En esta ocasión y mucho más sorprendido que al principio interpretó en voz alta esto que más que un juego de palabras, parecía ser un encantamiento:

“Canciones y Notas; Arreglos y Estrofas.
Flauta de Dulce, Flauta de Pan.
Deseo por siempre tocar Dulces Melodías,
¡Con sonidos que a todos Cautivan, Fascinan y Encantan!”

Hasta el mismo elfo Luar quedó atónito al ver como la flauta que sostenía el Mago Merlot parecía cobrar y tener vida propia; al mismo tiempo que las manos del joven hechicero y la flauta se iluminaban con colores violeta, naranja y azul, era fantástica la manera en que toda la habitación se llenaba con grandes y pequeños destellos de magia.

Pasaron unos segundos e incluso el Mago Merlot no podía recuperarse de la gran impresión que esto le había provocado, cuando el elfo Luar le exclamó:

  -Bueno, pequeño aprendiz… ¿¡Qué esperas para intentar tocar la flauta!?

Merlot llevó hacia sus labios el pequeño instrumento e intentó producir algún sonido.

Con un suspiro y una mente llena de ideas para hacer algo de música, Merlot sopló en la boca de la flauta y comenzó: Uno tras otro y tras otro sonido salieron como arte de magia. ¡Su sonido era dulce y sorprendente al mismo tiempo!

El sonido se apreciaba desde la pequeña choza del elfo Luar hasta los confines más alejados de este Bosque encantado. Era tan hermoso que todas las criaturas fantásticas que habitaban en el bosque comenzaron a bailar de la emoción y a olvidarse poco a poco de sus tristezas.

Fue en ese momento cuando un Ángel apareció frente a Merlot y Luar. Entonces Merlot poco a poco fue deteniendo el sonido que junto con su flauta producía; pues el Ángel era realmente sorprendente: Un destello blanco salía de entre sus vestimentas azules y su piel era blanca y un poco morena, pero parecía de porcelana, y dentro de sus ojos podía verse la ilusión: 100 arcoíris uno tras de otro detrás de un paisaje sin igual. ¡Era hermoso ese Ángel!

Merlot no podía desprender su mirada de ese Ángel. Estaba hipnotizado por su belleza. Cuando de pronto el Ángel exclamó:

-          ¡Soy el Ángel de la Luz! Supe que el sonido provenía de este lugar y vine a investigar…

Y prosiguió:

-          No pensé que alguien pudiera tocar de esa manera…

Acto seguido el Ángel se inclinó y le dio un beso en la mejilla al Mago Merlot, quien no podía siquiera decir palabra alguna. Él sabía que el Ángel era perfecto, que el Ángel era único, y después de unos momentos en los que permanecían mirándose: El Ángel le devolvió una última dulce mirada de cariño y de despedida, que junto con un guiño, fue alejándose lentamente, y todo fue oscureciéndose poco a poco.

De pronto se escuchó una voz detrás de él que decía:

-          ¡Miguel! ¡Miguel! ¡Despiértate!

Se trataba nuevamente de José, quien continuaba exclamando:

-          ¡Anda Miguel! ¡Caramba! Eres un dormilón, la clase de Termodinámica está a punto de empezar. Tienes suerte de que haya pasado por aquí y haberte encontrado, que si no, tú te quedas en el quinto sueño.

Entonces Miguel semidormido aún le respondió:

-          Ohhh, claro, José. ¡Gracias! Te debo una…

Y José dijo:

-          Bueno. Yo ya cumplí con despertarte, así que me adelantaré al salón. ¡No te duermas otra vez!

Y José se alejó dejando a Miguel para que pudiera despertarse con calma; se encontraba tan cansado que en un día tan agradable como ese y al salir un poco temprano de la clase anterior, decidió tomar una siesta antes de tomar la última clase, que como José había exclamado anterior mente, se trataba de Termodinámica. Entonces Miguel al observar su reloj dijo:

-          Vaya, ¡Estoy a tiempo de llegar a la clase!, es una suerte que el muchacho me haya despertado.

Miguel tomó su mochila y su pequeña computadora portátil, que lleva en medio un recordatorio que decía: “TAREA: DULCE DIGITAL”, se puso de pie y fue a alcanzar a su amigo José dirigiéndose hacia el salón donde  tendrían clases.

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