Había una vez un niño muy solitario y callado, un buen día conoció a una
niña muy agradable y divertida.
Al niño le gustaba observarla aunque no era capaz de hablarle porque era
muy tímido, hasta que un día, en la clase de Español, se convirtieron en
compañeros de proyecto y comenzaron una amistad que se consolidaba con el pasar
de los días.
El proyecto consistía en redactar una historia de amor; pero ninguno de
ellos tenía una idea concreta de cómo hacerlo; ya que la niña estaba de mal
humor porque sus papás la regañaron por haber roto un florero.
Fue en ese momento que al niño se le ocurrió una idea genial: observar a la
niña y comenzar a tomar nota de todo lo que ella hacía:
Una lágrima en forma de cristal brotaba de sus ojos, debido a que el
florero roto era muy costoso; la segunda lágrima que parecía un diamante, se
deslizaba lentamente por su mejilla. Hasta que finalmente lo único que pudo
calmar la tristeza de aquella niña, fue una mirada profunda y un abrazo, que
junto con un delicado beso en sus labios, daba lugar a lo que parecía ser una
historia perfecta: ¡la historia del primer amor!
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